Bertrand Monnet, un profesor de negocios francés, documentó a lo largo de dos años de seguimiento desde el interior del Cártel de Sinaloa, su modelo de negocios para el tráfico de drogas a Estados Unidos, especialmente el fentanilo, la droga que está causando estragos entre la población norteamericana. De acuerdo con el documental presentado por
Bertrand Monnet, un profesor de negocios francés, documentó a lo largo de dos años de seguimiento desde el interior del Cártel de Sinaloa, su modelo de negocios para el tráfico de drogas a Estados Unidos, especialmente el fentanilo, la droga que está causando estragos entre la población norteamericana.
De acuerdo con el documental presentado por el medio francés Le Monde, la investigación de Bertrand Monnet, lo llevó desde la fabricación de fentanilo en garajes de Culiacán, Sinaloa en México, hasta Dubái, cuyos enormes rascacielos habrían sido utilizados para sus operaciones de lavado de dinero.
Bertrand Monnet cuenta que su ingreso al Cártel de Sinaloa, así como a algunos otros no fue sencillo, pues los narcos se negaron a recibirlo, pero, gracias al periodista español, David Beriain, amigo suyo, logró contactar con un “gerente intermedio” de la organización delictiva y tras 2 años ganándose su confianza, este lo llevó a conocer a un sobrino de “El Chapo”.
Según él, los narcos le habrían contado como hacen para realizar grandes operaciones de lavado de dinero a través de Dubái. Operaciones que abarcan decenas de millones de dólares y que llevarían efectuándose desde hace muchos años.
Los empleados de los narcotraficantes en Dubái cumplirían una doble función: exportar toneladas de drogas (cocaína o fentanilo) y posteriormente blanquean las ganancias generadas por la comercialización de estas sustancias en Estados Unidos y otros países. Las ganancias son ascienden a miles de millones de dólares.
La operación de la que habría sido testigo Bertrand Monnet consiste en distribuir el efectivo en múltiples cuentas bancarias, miles de ellas, para lo cual, los cárteles se valdrían de cientos de empresas y negocios pequeños, controlados por ellos, quienes depositarían el dinero en las sucursales bancarias.
En estos casos hay de dos, los depósitos son lo suficientemente pequeños para pasar desapercibidos de la autoridad competente, o pagan sobornos a los empleados de las sucursales bancarias para que no informen sobre la realización de estos depósitos.
El problema no solo es México
La investigación presentada por el medio francés señala que no solo es en México donde se realiza esta primera parte de la operación para lavar el dinero, pues esto ocurre en todo el mundo, incluso, sostiene que las autoridades son conscientes de esta, por lo que es necesario que la transición del paso 1 al 2 se realice de forma rápida.
La fase dos de la operación consiste en poner el dinero fuera del alcance de posibles investigaciones, para lo cual, este vuelve a ser trasladado a miles de cuentas nuevas, ajenas a las ocupadas anteriormente. Esto se hace a través de fideicomisos de empresas cuyas identidades de sus beneficiarios son prácticamente inaccesibles para los investigadores, y colocando el dinero en paraísos fiscales.
El paso final de la operación llega cuando el cártel, utiliza ese dinero girado y lo inyecta en la economía de varios países a través de inversión, así, el dinero pasa a formar parte de la economía legal. “Invertimos en empresas constructoras, fábricas textiles, bienes raíces, hoteles, supermercados, en todo lo que capte grandes inversiones, en México, Estados Unidos y Europa”.
Si bien el paso final parece el más despampanante por reinyectar el dinero a la economía circulante de un país, y por tanto, se puede utilizar libremente, el segundo paso, el de los paraísos fiscales, es igualmente, sino es que más importante, pues es en este, en el que el dinero de la droga se vuelve invisible para las autoridades.
De los países convertidos en paraísos fiscales, los del Caribe y Centroamérica como Panamá resultan los menos seguros para los criminales, pues Estados Unidos podría llegar a congelar sus cuentas mediante presión política y comercial al país centroamericano.
Ahí es donde entra Dubái, un país con una economía más sólida y menos dependiente de Estados Unidos, por lo que, el riesgo de que Estados Unidos amenace con imponer bloqueos comerciales en caso de no hagan lo que ellos dicen es menor, y por tanto, el dinero lavado está más seguro.
Además, en Dubái hay centenares de sociedades fiduciarias, por lo que es más difícil que adivinen a través de cual lavan dinero los cárteles. Al final el dinero tampoco se queda en Dubái, al llegar ahí es retransferido a cuentas en Hong Kong, y luego a un banco en el Caribe.
La investigación de Bertrand Monnet recalca que las operaciones de lavado de dinero de los cárteles de la droga es un esquema de flujo de dinero continuo, en el que el dinero es trasladado de un banco a otro, de un paraíso fiscal a otro y reinvertido en negocios legítimos, que hacen una complicada red que hace casi imposible que las autoridades den con el origen y destino del mismo.
Además, de recalcar es el hecho de que en esta investigación aparece un nuevo actor poco mencionado en la cooperación entre los países asolados por el narcotráfico, México, Estados Unidos, ya que si bien, China ha estado más presente en la discusión de fentanilo, Dubái como agente de lavado de dinero casi nunca, por no decir nunca, ha salido a la luz.
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